Jose pepe Scioli



BIOGRAFÍA DE Jose pepe Scioli:

“Pepe” Scioli es el hermano del actual Vicepresidente de la Nación y candidato a gobernador bonaerense en la estructura que lidera el Presidente Néstor Kirchner, ahora ocupado en ayudar a su hermano para diagramar el diagnóstico real de la provincia. Además de ser el hermano del candidato, es su mano derecha y quien lidera el equipo de trabajo de Daniel Scioli, de ahí la importancia de la visita a José C. Paz.

PERFIL.COM
política
Entrevista a Jose “Pepe” Scioli


“Mi hermano es un candidato natural a presidente”
Se distanció del gobernador y fue a trabajar para De Narváez. Política, retratos de familia y lo que viene.
Por Jorge Fontevecchia

KIRCHNER A SCIOLI. “Todas las veces que lo agravió, lo hizo crecer.”

—Nunca le gustaron las fotos, ni quiso entrevistas, y siempre estuvo detrás de su hermano. ¿Por qué cambió ahora?
—Con Daniel trabajé casi doce años. Fue una sociedad donde siempre el protagonista era él. Yo me ocupaba de las cosas de mayor confianza y hacía lo que la gente no le conocía.

—¿Qué cambió?
—Hay un momento en el que uno tiene necesidad de expresar las ideas, y más allá de nuestras reuniones entre hermanos, más allá de la política, empecé a tener la necesidad de expresarlas públicamente con la prudencia que uno debe tener cuando está dentro de un espacio político.

—¿Comenzó a marcar diferencia con el Gobierno nacional y con la actitud de su hermano a partir de la 125?
—Sí. Uno va creciendo… Más allá de la hermandad, empieza a sentir una responsabilidad de quienes tiene detrás.

—¿Un camino propio?
—Tener identidad propia. Uno tiene necesidades en la vida de decir quién es uno, sin que eso signifique querer marcar roturas. Uno dice: “Esta es tu opinión, pero yo no me quiero callar más”. Yo sentí en un momento que no me gustaba cómo se estaban dando las cosas. Con toda la prudencia, para no perjudicarlo, traté de empezar a marcar mi punto de vista.

—¿Usted se opuso a las candidaturas testimoniales?
—Hay etapa uno y etapa dos del kirchnerismo. El ex presidente ha sido un buen presidente y me quedo con la Presidenta del discurso de la apertura de la legislativa de marzo de 2008. Bregaba por la independencia de los poderes, una clara defensa de la seguridad jurídica. Si leo ese discurso, digo: “Me encanta el rumbo que toma la Argentina”. La realidad es que después los hechos no tuvieron nada que ver. Creo que dos meses después de eso, el Gobierno cambió el rumbo.

—¿Usted critica la política de sumisión de su hermano al Gobierno nacional?
—No, mi punto de vista era un tema de responsabilidad institucional hacia el presidente y del presidente hacia el gobernador del principal estado de la Argentina. Entre la confrontación que había elegido el ex gobernador Felipe Solá y un alineamiento incondicional, yo creo que hay un punto medio. Pongo como punto de referencia lo que es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Ha marcado una diferencia con otros gobernadores. Llegó un momento que dijo: “Yo no espero más nada, yo tengo que responder por mi gente”. Y vino toda una negociación con el tema de bonos que iba a emitir nuevamente la provincia de Córdoba. Y la realidad es que ahí se destrabó una situación de Córdoba de asistencia financiera que lo tuvo prácticamente sometido durante un año.

—¿Con los 500 millones de dólares que la Provincia emitió de deuda, su hermano será más autónomo?
—No. Viene una etapa en que todas las provincias necesitan fondos por los aguinaldos, por un montón de situaciones de cierre del año. Supongo que él debe haber estado previendo algún cuello de botella en cuanto a la asistencia por parte del Gobierno nacional…

—¿Esos 500 millones son para resolver el problema de fin de año, y no para generar un paraguas para 2011?
—Es una interpretación exagerada, sinceramente. La provincia a fin de año cruje, por decirlo de alguna manera.

—¿Siempre fue más ansioso e inquieto que su hermano?
—Rebelde.

—¿Y cómo es su otro hermano, Nicolás, que siguió con Daniel?
—No sé si es el que tiene más paciencia o el que tiene la responsabilidad de tener 15 o 16 millones de habitantes a la espalda. Daniel tiene una responsabilidad distinta.

—¿Y Nicolás?
—Es un profesional, es un contador, es magíster en economía. Hizo una carrera más metatécnica y es una gran ayuda para Daniel en los temas técnicos. No formó parte de lo que es la mesa política de Daniel. Es el más chico (tiene 34 años). Es hijo del segundo matrimonio de mi padre.

—¿Cómo quedó su relación con Daniel? ¿Se frecuentan?
—Bien. La verdad, no nos frecuentamos. Cuando hay oportunidades o reuniones de familias, sí nos vemos.

—¿Cuántas veces por año?
—Desde fin de año nos hemos visto tres o cuatro veces. Hace poco, fue el cumpleaños de quince de mi hija y vino. Somos una familia normal. Corre por un lado el tema de la familia, el vínculo, los afectos, y por otro lado va la política.

—¿Usted conocía a De Narváez desde antes de la función pública?
—Francisco también tenía una amistad con Daniel, y antes que incursionara en la política hablaban mucho. A Francisco, a partir de la venta de sus empresas, le interesó ver de qué manera podía ayudar a la política. Me acuerdo de reuniones entre ellos, de conversar por dónde podía empezar en la política.

—De Narváez se acercó a su hermano.
—Sí, digamos, a conversar entre ellos. Daniel, que también en una época fue empresario, incursionó en la política, y él, que también había terminado con sus empresas, quería incursionar en la política. De ahí lo conozco.

—Si De Narváez y Daniel Scioli llegaran a enfrentarse en la lucha por la gobernación de Buenos Aires, y usted tuviera que poner toda la energía al servicio de ese proyecto que implicaría derrotar a su hermano, ¿le generaría alguna situación de conflicto emocional?
—Lo que estoy trabajando con Francisco es un tema, digamos, que se le puede llamar frustración de lo que fue la Ciudad de Buenos Aires.

—¿De cuando su hermano quería ser jefe de Gobierno?
—Claro, que era precandidato a jefe de Gobierno. Fue anterior al corrimiento hacia la candidatura como vicepresidente. Con lo cual, tenemos un punto en común con Francisco en cuanto a cómo solucionar los problemas de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires en un área en que convergen, que es el área metropolitana.

—Entiendo, pero al confrontar De Narváez con su hermano, por carácter transitivo, usted está confrontando con su hermano.
—No lo tomo como una cuestión personal, sino como una cuestión política. Yo tengo mi cariño, mi afecto y mi agradecimiento a Daniel, pero ahora estamos pensando y viendo dos Argentinas diferentes. Somos dos personas diferentes.

—Enumere las diferencias.
—Son una sumatoria de temas que yo no comparto.

—Las más sustanciales.
—Por empezar, este avasallamiento o embate contra dos pilares fundamentales de cualquier democracia, que son la Justicia y la libertad de prensa. No lo comparto en absolutamente nada.

—¿Cree que su hermano no comparte su opinión?
—No sé. Yo no tengo nada que ver con eso, no es lo que quiero para mis hijos. No quiero ser partícipe de una historia, o de una parte de la Argentina donde veo un avasallamiento de las instituciones. Veo una Argentina desordenada, que niega los problemas, desprendida del mundo. Veo una Argentina que no me gusta el rumbo que tiene.

—Su hermano no se presentó en ninguna de las reuniones que organizó el ex presidente o la Presidenta en contra de Clarín. ¿La diferencia es de forma: él piensa lo mismo pero usted ya no quiere callarse?
—Puede ser. Hay un límite muy finito en cuanto a su responsabilidad y la voluntad o decisión de callarse o no.

—¿El cruzó ese límite?
—Sí. Cuánto pesa tener la responsabilidad sobre 16 millones de personas, de gobernar una provincia como la de Buenos Aires. Hay gente que se calla y gente que no se calla. Es un problema de conciencia personal.

—¿Qué haría usted si estuviera en su lugar?
—Yo no lo toleraría porque mi límite es mucho menor que el de él. Acá no hay un problema de 16 millones de habitantes: hay un problema de 40 millones de habitantes. Cuando se habla de la Argentina en su conjunto, la responsabilidad que tiene el gobernador de la provincia de Buenos Aires…

—¿Trasciende a su propia provincia?
—Y, sí. Llega un momento en que hay que tomar decisiones.

—De Narváez y su hermano tienen paralelismos. Llegaron a la política de grandes, no era su actividad principal, fueron empresarios. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
—Rescato la capacidad de trabajo que tiene Francisco, y en eso es muy parecido a Daniel: es una virtud que comparten. Francisco es un estudioso de la política, aprendió muy rápido. Sabe interpretar a la sociedad, tiene un excelente vínculo con la gente. No le gusta quedarse en el escritorio, le gusta estar en al calle.

—¿En qué se diferencian?
—Que uno es colorado y el otro es pelado (se ríe). De lo político no le puedo decir porque hace muy poco que estamos caminando con Francisco.

—¿En algún momento pensó que podría estar queriendo aprovechar su apellido, o generarle alguna tensión a su hermano?
—No. La política no se construye siendo amigo o enemigo, o que uno no puede conversar con sus adversarios políticos.

—¿Nunca su hermano le dijo algo por trabajar con De Narváez?
—Nunca, jamás.

—¿Cree que al final van a terminar juntos? ¿Que su hermano puede ser candidato a presidente y De Narváez a gobernador de sectores políticos aliados?
—Mi hermano está dentro del kirchnerismo, un espacio político que no tiene absolutamente nada que ver con el espacio de De Narváez. Hay que ver. Creo que va a haber un gran reacomodamiento de todas las fuerzas políticas.

—¿Se imagina a su hermano candidato contra el kirchnerismo?
—Hacer hipótesis sobre eso sería irresponsable. Es un tema muy personal y es su carrera política.

—¿La personalidad de su hermano lo haría imposible?
—Creo que no hay silencio que no termine, como se títula el libro de Ingrid Betancourt. No hay silencio que no termine.

—¿Le cabe a su hermano?
—Muchos están callados.

—¿Le gustaría que se atreva a enfrentar a Kirchner?
—Todo lo que sea bueno para él me alegra porque es mi hermano. Como hermano le deseo lo mejor. Siempre lo aconsejé, aun equivocándome, y fui honesto diciéndole lo que pensaba.

—Le consta que el Peronismo Federal tiene un buen candidato a gobernador, que es De Narváez, pero no tiene un buen candidato a presidente.
—Sí.

—¿Cómo imagina que va a resolver el Peronismo Federal ese problema si Reutemann no fuera el candidato?
—Creo que viene un gobierno de unidad nacional, en el que veo a varios candidatos. Pueden producirse alianzas más allá de lo que es el Peronismo Federal. No sé cómo el radicalismo va a terminar cerrando su interna. No descarto a Reutemann. Hay gente que no está dentro del Peronismo Federal, gobernadores exitosos, con experiencia de gestión, que son Schiaretti y Urtubey. A Schiaretti no lo veo en el kirchnerismo y a Juan Manuel lo veo cerrando en su Salta querida. Entonces, yo veo otros posibles candidatos que no están hoy sentados en la mesa del Peronismo Federal.

—¿Alguien importante del panradicalismo podría terminar en la fórmula presidencial del Peronismo Federal?
—No me gusta opinar sobre otro partido. Tampoco descarto que Francisco sea un candidato de un espacio político mucho más amplio de lo que sea el radicalismo y el Peronismo Federal. Ni descarto que sea un frente electoral.

—Que Cobos pueda estar en un acuerdo con De Narváez.
—No lo descarto tampoco. Viene un acuerdo entre dirigentes políticos.

—¿Que Cobos no vaya con el radicalismo?
—No lo descarto porque ambos tienen muy buena relación. También puede ser una sociedad política de Francisco con Mauricio. Cada uno está construyendo por calles separadas, pero no descarto que confluyan y que terminen con Mauricio candidato a presidente y Francisco a gobernador.

—Resumiendo, los candidatos a presidente pueden ser Reutemann, Macri, Schiaretti, Urtubey o Cobos.
—Sí.

—Cualquiera de ellos con De Narváez gobernador.
—Sí. Acá hay un candidato a gobernador que se llama Francisco De Narváez, que tiene muy buen diálogo con Mauricio Macri, con Schiaretti, con Urtubey y con Cobos.

—Si hoy hubiera elecciones en la provincia de Buenos Aires y los candidatos fueran su hermano, De Narváez y Alfonsín, ¿quién gana?
—Esto es como un sube y baja. Después del acto donde habló Bonafini, no tengo ninguna duda de que ha caído 10 puntos el Gobierno. ¿Dónde se para el gobernador bonaerense? ¿Se pega a eso? El electorado es muy volátil.

—¿Quien sea candidato a presidente determinará quién gane para gobernador?
—No, el gobernador de la provincia de Buenos Aires será quien defina quién va a ser el próximo presidente. La elección se va a librar en la provincia de Buenos Aires, y Kirchner lo sabe.

—El candidato de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, ¿va a ser su hermano, Massa, o él mismo?
—Está mandando a correr a muchos candidatos. Sergio expresó la voluntad de ser candidato a gobernador, y no descarto que Kirchner quiera ser gobernador.

—¿Por qué?
—Porque gana o pierde por un voto. El sabe que en una elección nacional, en una segunda vuelta, no tiene ninguna posibilidad de ganar.

—¿Ganaría en primera vuelta con De Narváez si ya perdió el año pasado?
—No tengo ninguna duda de que gana De Narváez.

—Entonces, ¿por qué sería candidato?
—Porque él debe creer, como las últimas batallas que dio, que puede ganarlas.

—Pero en el acto del viernes Kirchner dijo que cambiará su domicilio a Santa Cruz
—La candidatura en la provincia de Buenos Aires es una de las opciones que podría estar manejando Kirchner. Pero lo del viernes fue, como dicen en el fútbol, un jueguito para la tribuna, para distraer a la gente. Kirchner fue gobernador de Santa Cruz e intendente de Río Gallegos y no necesita hacer cambio de domicilio si quiere competir en esa provincia, porque está habilitado. Salvo que esté pensando en su retiro y volver a Río Gallegos. Pero va a hacer lo que tenga que hacer para quedarse más allá de 2011. Si tiene que ser diputado por Santa Cruz para ganar, lo va a hacer

—¿Y por qué cree que dijo lo del cambio de domicilio?
—Lo veo como una puesta en escena. Lo que sí me impactó fue que vi un ex presidente como despidiéndose de la gente. Lo vi muy conmovido y me llamó mucho la atención, quizás tiene que ver con su salud.

—¿Puede haber sido un mensaje para su hermano, para dejarle en claro que no va a competir en la Provincia?
—No. No hay ninguna otra cosa atrás, porque no tiene lógica. Kirchner va a hacer lo que le convenga a él y si la mejor estrategia para que el proyecto continúe en 2011 es que sea candidato a gobernador, lo va a ser. Si le conviene ser el candidato a presidente y que Daniel sea el candidato a gobernador, lo va a hacer. La mejor estrategia la maneja hoy Kirchner.

—¿Notó un tono más conciliador de lo que se esperaba contra la Corte Suprema?
—Sí, pero eso lo hemos visto muchas veces.

—Vuelvo al escenario bonaerense. ¿Cree que habrá colectoras?
—Los intendentes están muy preocupados con este tema, porque esto de “yo quiero que todo sume para mí” es muy peligroso. Esto es como Cristo invertido: Cristo dio la vida por sus seguidores, y Kirchner quiere que todos sus seguidores den la vida por él. Los intendentes del Conurbano han cargado cajones de gobernadores y ellos siguen estando. Algo tienen y algo conocen el territorio, y creo que vuelve a haber una subestimación de la estructura política de la Provincia, donde quieren perforar, vía el sindicalismo, abriendo listas colectoras. Tengo un candidato de centroizquierda, que puede ser Sabbatella, tengo un candidato como Sergio Massa y tengo un candidato como Scioli. ¿A qué querés jugar? A que los tres me sumen arriba. Para mí, eso no lo va a resistir la política de la provincia.

—¿Kirchner persistirá?
—El mensaje político a la juventud en el acto en el Luna Park fue ese: “Entréguense al proyecto, aunque tengan que sacrificar algo”. Lo dijeron directamente, con el ex presidente y con la Presidenta ahí. Su filosofía es: “Nos estamos jugando entero este proyecto, tenemos que jugar todos, y hay que sacrificar lo que sea. Vamos a la batalla final”.

—¿Quién sería el candidato a presidente con mejor chance de ganar integrando una fórmula con De Narváez como candidato a gobernador?
—El que entienda que la Argentina va a salir de la mano de la recuperación de la provincia de Buenos Aires y que entienda la problemática de la Provincia. No es un tema de asistencialismo, no es entregar notebooks. Pasa por otro lado. Hay un problema muy profundo de años de no entender la problemática provincial.

—Asume que el mejor candidato a gobernador es De Narváez.
—Absolutamente.

—Asumiendo la posibilidad de que Kirchner promueva otras candidaturas a la gobernación a través de colectoras, lo que haría sería dividir las posibilidades del candidato a gobernador, y asumiendo que, generalmente, Reutemann no se decide (si Reutemann se decide, se acomodan muchas cosas), Macri continúa en la situación en la que está, que le resulta dificultoso pasar a la candidatura nacional, y el Peronismo Federal se encuentra sin un candidato ganador a nivel presidencial, ¿no sería posible la candidatura de Scioli a presidente por ese mismo sector?
—Lo que pasa es que Daniel, hoy, integra el espacio político de Kirchner.

—Pero usted dice que no hay silencio que no se termine.
—La decisión puntual es de Daniel, y yo no quiero transformarme en su vocero.

—Para el sector en el que usted está, ¿no sería un buen candidato a presidente?
—Sí, Daniel es un candidato natural a presidente. Es uno de los cuatro o cinco hombres que mejor concepto tiene entre la gente. Yo no sé cuál va a ser la estrategia electoral del kirchnerismo, no sé qué grado de unión hay dentro del proyecto del kirchnerismo entre Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y Daniel Scioli. No sé si el vínculo hoy es bueno. Entonces, yo creo que tiene mucho que ver la estrategia electoral de Cristina y del kirchnerismo en cómo se van a definir los sectores en lo electoral.

—¿Cómo explica las críticas del ex presidente a su hermano hace tres semanas?
—Porque Kirchner está nervioso, sabe que las cosas desde hace tiempo no le vienen saliendo como él esperaba. Creo que causó el efecto contrario: en la sociedad, y dentro de la política, no hizo más que seguir haciendo crecer la imagen del gobernador.

—¿Buscaba bajar la imagen del gobernador?
—La historia tipo Pimpinela que tienen los Kirchner y Daniel viene de la época en que Cristina lo agravió públicamente, cuando era senadora. Su imagen empezó a crecer a partir de eso. Los Kirchner tienen una forma de hacer política, de comunicarse con quienes son sus soldados más fieles, que no es la que quiere la sociedad. Ellos creen en esto de seguir creciendo buscando enemigos, pegándole a quien es uno de sus más fieles laderos o socios políticos que tienen en la provincia de Buenos Aires, para dañar su imagen. Y les vuelve.

—¿No será que Kirchner cree que su hermano está más cerca de competir con él que de ser su “fiel ladero”?
—El que conduce el kirchnerismo es, obviamente, Néstor Kirchner. Nadie mejor que él conoce por qué hizo eso. Yo no puedo contestar. Habría que preguntarle a un psicólogo. Sí estoy convencido de que le ha causado el efecto contrario al que buscaba, incluso ha generado mayor desconfianza en un sector de los intendentes: “Si al principal aliado político lo trata así, ¿qué va a quedar para nosotros?”

—¿Lo enojó hace tres semanas ver cómo lo maltrataba, y que su hermano no reaccionara?
—Hablé con él.

—¿Qué le dijo?
—Que me dolió, que lamentaba que hubiera sufrido otra vez un agravio público de esa magnitud. Por sobre todas las cosas, somos hermanos.

—¿Qué respondió?
—Me agradeció mucho. No hablo de política con él. Hablo de la faz personal.

—¿Poner siempre la otra mejilla es visto por la sociedad como debilidad o termina siendo fortaleza?
—Lo veo con las famosas candidaturas testimoniales del año pasado, donde la gente demostró una madurez cívica como no esperaba nunca que pasara: subestimaron al electorado. Ahí hay otra vez un límite muy finito; es decir, que la gente castigó porque se la estaba engañando electoralmente, y hay que ver ahora cómo interpreta la gente entre la responsabilidad y el acompañamiento a un proyecto político. También hay un límite ahí, que es ver hasta dónde la gente aguanta eso. Creo que en política, Daniel ha demostrado que maneja muy bien los tiempos. Si es el tiempo lo que está manejando o es un acompañamiento irrestricto a un proyecto, yo no sé contestar.

—¿Es una virtud que si se excede en la dosis se puede convertir en un defecto?
—Si el exceso de lealtad se puede criticar, es un tema que hay que analizarlo. Cuando empiezan a estar de por medio, no sólo los 15 millones de habitantes de la provincia, sino hacia dónde va la Argentina, y una gran parte de la responsabilidad la tiene el gobernador de Buenos Aires, hay que tomar una decisión.

—Hasta ahora, Kirchner logró el efecto contrario: atacando públicamente a quien le es más fiel, hizo crecer la imagen del gobernador.
—En 2003 le dañó la imagen, cuando echó a todos los funcionarios que habían quedado en la Secretaría de Turismo. Después, todas las veces que lo agravió, lo hizo crecer.

—Varios años usted fue el mediador en la peleas del Gobierno con su hermano.
—Yo trataba de acercar posiciones. Tenía relación con Julio De Vido. Me ayudó a comprender la filosofía de Kirchner como presidente y lo que le esperaba a un vice. Me ayudó a interpretar un poco la lógica de la reconstrucción política.

—Y ayudó a su hermano a comprenderla.
—Exactamente. Hay que leer Kirchner, el amo del feudo (del periodista de Santa Cruz Daniel Gatti), para entender un poco a Kirchner.

—Aconsejaba a su hermano que no dejara de ser él. ¿Qué quería decir con eso?
—Que no deje de ser un hombre de diálogo, no confrontativo, equilibrado, moderado.

—¿Fue toda la vida así, hasta de chico? ¿O se transformó después del accidente?
—Daniel siempre fue una persona amable, de laburo, de estudiar, normal. Nunca fue un tipo agresivo.

—¿Qué cambió en él el accidente?
—La pérdida del brazo le dio otra templanza. Hay mucha gente con una discapacidad como la de él que se ha postrado en la casa. No es su caso. Quizás la hiperactividad también tenga que ver con el tan famoso tema del luto del miembro perdido, que yo creo que nunca lo hizo, y lo canaliza a través de su hiperactividad.

—¿Cómo era la trama familiar en su infancia?
—Mis viejos fallecieron los dos. Hija de gallegos, mi mamá; hijo de italianos, mi papá. Siempre fue una familia normal, con un viejo deportista, de la cultura del trabajo y de los amigos. Cero confrontativo, al contrario. Muy amigo de sus amigos, de entender los códigos de la vida.

—En 1975 usted fue secuestrado por la guerrilla. ¿Fue Montoneros?
—No tengo la certeza de si fue Montoneros o el ERP. Pero sí que fue un grupo muy bien organizado porque me mantuvieron en cautiverio durante tres semanas, y era un momento muy difícil de la Argentina.

—Su padre pagó rescate.
—Mi padre pagó rescate.

—Que era de…
—Nunca me dijo. Tengo una carta que me dio después de casi treinta años del secuestro, y dos o tres años antes de morirse, una carta que escribí en cautiverio porque había habido un lapso de ocho o diez días en que se había cortado la comunicación con los secuestradores y mi padre pidió una prueba de vida.

—¿Qué edad tenía?
—15 años.

—¿Por qué cree que lo secuestraron a usted y no a su hermano?
—Por la rutina de los que secuestran. Daniel en esa época estudiaba aquí, en el Carlos Pellegrini, nosotros vivíamos en Ramos Mejía, y él no tenía un horario de rutina de trasladarse para el centro. Yo sí, iba a un colegio de Ramos Mejía y todos los días salía de mi casa a las 7 de la mañana. A mí me agarraron en la puerta del colegio a las 7 y 20 de la mañana.

—Volviendo a la provincia de Buenos Aires, Luis Peluso, quien estaba al frente de Lotería, tuvo acusaciones relacionadas con la corrupción, y desde el kirchnerismo se lo acusó a usted de tener relaciones con el negocio del juego.
—Las acusaciones no sabía que venían del kirchnerismo, y no les doy importancia porque es un área que no dependía de mí. A Peluso lo conocí ahí, no tenía relación de antes, así que era un compañero más del Gabinete. El juego en la Provincia es una situación heredada por Daniel, donde hubo renovaciones que venían cayendo. Solá también había renovado por decreto, y en su momento quiso impulsar una ley que regulara el juego. Y por eso hubo una intencionalidad política, porque ya quería entrar Cristóbal López; Kirchner se quería meter en la Provincia y todo esto, pero no le puedo dar instancias porque no es un área de mi competencia.

—Casualmente, el título de tapa de PERFIL en un reportaje a Solá fue “Kirchner me dijo: ‘No te metás con el juego’”.
—Son conversaciones a las cuales yo no tuve acceso.

—¿Conoce a Cristóbal López?
—No vivo en un tupper. La vinculación de Cristóbal López con el kirchnerismo es pura. Si existe o no financiamiento, si hay corrupción o no, no soy quien pueda decirlo ni me corresponde.

—Otro de los temas de la Provincia del que lo acusaban era de una relación con Mario Montoto y de promover sus licitaciones.
—Mi relación con él es personal, me merece el mayor de los respetos y a mí no me consta que haya hecho negocios con la provincia de Buenos Aires.

—Usted se desvinculó del Gobierno en el mismo momento que el ministro de Salud, Claudio Zin.
—Creo que sí.

—Usted es amigo de Montoto, quien al mismo tiempo es amigo de Daniel Hadad y de Claudio Zin. ¿Cuál es la relación entre su hermano y Hadad, y qué tiene que ver Zin con Hadad?
—Hadad es un referente de un multimedio, y no va más allá de una relación como la que puede tener con usted, con el doctor Magnetto, con la gente del grupo Telefe. Quienes conocen su trayectoria política saben que tiene una buena relación con los medios de comunicación. En cuanto a lo de Zin, tuvo que ver mucho la conexión tonal y la visión que tenía sobre la salud en general y en particular de la Provincia. Daniel se vio cautivado por la visión de Claudio del tema de la salud, del médico de cabecera, volver al sistema original de salud de la Argentina, que supo ser modelo en el mundo. Lo que pasa es que después se chocaba en la realidad con la falta de presupuesto o que faltan enfermeros o que los hospitales están colapsados…

—No ve conexión entre Zin como ministro y la relación de su hermano con Hadad.
—No, para nada. El tiene una vida antes de la política que estuvo muy relacionada con los medios. Su carrera deportiva la construyó a partir de los medios también.

—¿Qué cree que va a pasar en la Ciudad de Buenos Aires, qué va a pasar con PRO, cómo la imagina políticamente a partir de fines de 2011?
—Primero, que Mauricio no cumplió con las expectativas que la gente depositó en él. Todavía no logró encontrarle la vuelta a la gestión de la Ciudad. Hay que ver qué deciden hacer actores como Solanas. PRO mismo, con qué candidato va a ir. No descarto que se pueda replicar en la Ciudad un espacio como fue Unión-PRO en la Provincia. El año pasado allá se abrió todo el espacio político y la Ciudad de Buenos Aires se alambró.

—¿Macri se va a presentar para la reelección o qué otra figura de PRO va a asumir esa candidatura?
—Lo veo muy lanzado a su candidatura presidencial, con una clara decisión de irse de la Ciudad. Salvo que aparezca un candidato, caso Reutemann, que aglutine toda una fuerza, digamos: Francisco en la Provincia y Mauricio en la Ciudad, que es un escenario que no descarto.

—¿Hay algo que no le haya preguntado que quiera agregar?
—Que se sepan interpretar mis movimientos, que no tienen que ver con las lealtades ni nada. Hay un vínculo de sangre que para mí está por sobre la política. Solamente son visiones diferentes de la Argentina. Estamos de paso y un día se cierra el telón, se terminó la película, y te tenés que volver a sentar con la familia.

—Concretamente: si su hermano saliera del kirchnerismo y fuera candidato a presidente, ¿lo votaría?
—Es una buena pregunta. Hay que ver en qué espacio político, cómo se conforma, cuál es la visión de país, qué le propone a la gente. Le vuelvo a reiterar, yo le deseo lo mejor a mi hermano, que tome la mejor decisión en el momento en que la tenga que tomar.

VÍDEOS DE Jose pepe Scioli:
A continuación podemos ver un vídeo de Jose pepe Scioli :








FOTOS DE Jose pepe Scioli: